El
despertador sonó y se levantó el primero como cada mañana, ese día había de
acudir a la cita de su psiquiatra, iba desde hacía más de un año. Como siempre,
fue a la consulta caminando pues no le apetecía coger el coche para ir a un
sitio así, subió y esperó a ser llamado. Entró sin mucha ceremonia, sin hacer
ningún teatro como muchos hacían y se sentó en el mismo sillón marrón
atrotinado al cual estaba más que acostumbrado, miró hacia la ventana sin
pensar en nada esperando a la especialista.
Ella entró
al despacho con el historial del paciente, se sentó frente a él y bajó la
mirada hacia sus notas, informes y resúmenes. El esperó a lo de siempre: que
ella hablase haciendo un breve resumen de la sesión anterior pero, sin embargo,
se lo quedó mirando así sin más, quizá le estuviera analizando ¿Qué le pasaría
por su mente? ¿Se cortaría las venas sin previo aviso? Pasaron aún unos minutos
hasta que el abrió la boca.
- ¿Qué?-
no era lo que quería decir pero, fue lo que salió sin apenas pensar, ella
siguió mirándole sin ni siquiera pestañear- ¿Qué?- volvió a repetir.
- Algo
ha cambiado, algo ha hecho que tu cambies- respondió la psiquiatra, no hizo ni
el más mínimo gesto de leer el resumen que tenía- Dime ¿Qué sientes?
No era lo
habitual en las sesiones ¿Qué había cambiado? Era el mismo de siempre, recordó
porqué vino aquí, no podía más, estuvo a punto de suicidarse pero su mujer lo
encontró a tiempo para llamar histéricamente a una ambulancia. En el hospital
le dijeron que lo mejor que podía hacer era ir a terapia, no quería ¿para qué?
Solo sacaban los cuartos a los pacientes para únicamente recetarles pastillas y
estar groguis la mayor parte del día. Su mujer lo convenció, llorando le rogó
que fuera ya que, estaba visto que ella no había conseguido ayudarlo, lo quería
demasiado para perderle.
Y allí
estaba, desde hacía más de un año, sentado frente a su psiquiatra esperando a
que respondiese a su pregunta ¿Qué sientes? Desde hacía tiempo que no lo había
analizado, antes sentía vacío, soledad, se sentía una mierda pese tener una
mujer maravillosa a su lado que lo apoyaba, amaba y se desvivía por el pero,
ahora ¿Qué sentía? ¿Qué ha cambiado? Mira a la psiquiatra que espera
pacientemente la respuesta.
- No
sé qué siento- sonríe cuando le contesta- hace tiempo que no pienso en ello, no
pienso como antes.
- ¿va
bien en el trabajo?- pregunta la psiquiatra asintiendo con la cabeza.
- No,
estoy igual que siempre, es una mierda la oficina. Mis compañeros siguen
haciéndome la vida imposible, me han degradado y mi jefe me amenaza cada día
con despedirme- no ha cambiado nada entre esas cuatro paredes, pensó en
cambiarse de trabajo pero tal y como está la situación económica y laboral, no
podía arriesgarse.
- ¿la
relación con tu madre ha mejorado?
- No,
ella sigue culpándome de todas sus desgracias ¿sabe lo último que me dijo?-
responde mientras ella niega con la cabeza- que debería haber abortado cuando
supo que estaba embarazada, solo le di problemas, según ella, fui el causante
que mi padre nos abandonase. Y no se crea, mi hermano también lo dice, para él
soy una mierda, un malnacido y que no valgo para nada. Yo lo intenté ¿eh? Pero
no surgió, he hecho todo lo que estuvo en mis manos pero no es suficiente, no
me quieren y nunca me querrán.
Sonríe
tristemente, a decir verdad, la psiquiatra es la primera vez que lo ve sonreír
cuando hablan de todo esto, normalmente acaba hundiéndose y dando la razón a su
madre, hermano, compañeros y a su jefe. Esta vez solo responde a las preguntas
sin añadir “me quiero morir” “¿Qué hago en esta mierda de vida?”, no, ya hace
meses que no lo menciona y eso es lo que le hace pensar que algo ha cambiado.
- ¿piensas
que el mundo es mejor?
- ¿Qué?
No, no, el mundo se va cada vez a la mierda, solo hay que ver como es la
sociedad. Los valores que tienen, la importancia que les dan a unas cosas que a
otras- responde- Si el mundo fuese mejor, no habría ni primer mundo ni tercero,
no nos pisaríamos los unos a los otros ni seríamos tan egoístas.
Calibra la
respuesta de su paciente, no ha cambiado su forma de ver el mundo, internamente
ella piensa lo mismo pero, ante todo, es una profesional y ha de mostrar
neutralidad. Sigue buscando las respuestas que espera ¿Qué ha cambiado? No es
que le decepcione, se alegra que haya una mejoría pero ¿Qué? La vida cotidiana
sigue igual desde que comenzó la terapia, lo intentaron todo, hasta estuvo a
punto de sugerirle de cambiar de psiquiatra porque sentía que algo se le
escapaba, entonces, una chispa de esperanza fue brotando.
- Pero
¿piensas en morir? ¿sigues queriendo dejar este mundo?- no es una pregunta
profesional, lo sabe, pero ha ido directa al grano.
- No-
responde- el mundo es una porquería, mi madre no me quiere ni mi hermano
tampoco. El trabajo no es que me vaya mejor pero la vida me ha brindado con una
segunda oportunidad- y sonríe. Ella espera que continúe pero se impacienta.
- ¿Qué
oportunidad?
- A
mi mujer, la tengo a ella que me hace sentir especial y si, al principio fui
por ella aquí, no pensaba que me fuese a ayudar. Ella está conmigo, a mi lado
en todas mis recaídas, me hace sentir el hombre más importante de este planeta.
Cuando me tomé todo el pote de pastillas, no pensé que dejase ¿sabe? Entonces,
cuando desperté, la vi a ella llorando por el susto que le di ¿yo? Me di cuenta
que, si hubiese funcionado, le habría jodido la vida a ella, me ha demostrado
lo mucho que me quiere y, desde hace unos meses, me ha regalado lo que nadie ha
podido: nuestra hija, mi más maravilloso regalo- sonríe y esta vez es una
sonrisa reconfortante y feliz.
- ¿Qué
ha cambiado la niña en ti?
- Todo,
ha cambiado mi forma de ver el mundo, jamás pensé que podría pasar algo así.
Cuando mi mujer me hizo coger a nuestra hija, la vi muy pequeñita y lloraba. Pensé
que, si la cogía, lloraría más pero, al hacerlo, la niña dejó de llorar y
sonrió…si, sonrió y fue lo más bonito que he visto en toda la vida. Ella ha
venido a éste mundo para hacerme cambiar, me despierto cada mañana con la
ilusión de verla sonreír, todo tiene sentido, ahora mi vida gira entorno de mis
dos tesoros más preciados: mi mujer y mi hija ¿el mundo es una mierda? Si, por
supuesto pero haré todo lo que esté en mi mano para que nunca se borre la
sonrisa de la cara de mi niña, ella ha hecho que recapacite ¿sabe? Me acordé de
usted cuando me dijo que había de buscar una razón por la que vivir, al
principio pensé que estaba equivocada pero la he encontrado- sonríe a la
psiquiatra que, a su vez, también sonríe- mi trabajo es una mierda, voy al
infierno cada día pero, ahora voy con otro pensamiento, sé que cuando salga, en
casa me esperaran ellas y me recibirán con una sonrisa, contentas de verme. Mi
mujer me dirá que coja a la niña pero no hará falta, ella ya estirará sus
bracitos para que la coja; he vuelto a nacer, esta es la segunda cosa que me ha
hecho feliz: la primera fue casarme con mi maravillosa mujer y la segunda,
nuestra niña. Son mi razón de vivir, de luchar ¿querer morirme? No, las tengo a
ellas por encima de todas las cosas, su inocente mirada, sonrisa, como mira
todo con sorpresa…hace que mi mundo gris le añada un matiz de color ¿mi madre
no me quiere? ¿no me acepta? Bueno, yo tengo a mi familia y, por ellas, me
desvivo, me ha hecho aprender a valorar lo que más me importa y a no seguir sus pasos, ellas me dan todo lo
que necesito ¿Qué más puedo pedir? Son mi razón de vivir.